Historia de la bandera de España
En el año 1700 cuando Felipe V subió al trono de España, la reglamentación de las banderas para las armadas navales impuso un modelo que contaba con un fondo blanco con el escudo real en el centro provocando confusiones en el mar a cuando se hallaba a gran distancia.
En el año 1785 España sufrió un ataque por parte de la aliada flota inglesa que hundió dos navíos españoles. Los ingleses alegaron en su defensa, que se había tratado de un error debido a su incapacidad de distinguir la bandera española de la francesa. Este incidente indujo al Rey Carlos III de España a encargar al ministro de la Marina propuestas para una nueva bandera para la Real Armada española bien visible y distinguible, incluso en la lejanía más lejana.
Carlos III escogió una bandera con franjas que alternaban el rojo y el amarillo.
Además, decidió aumentar el ancho de la franja amarilla llegando a medir el doble de las otras dos.
En consecuencia, el año 1785 se firmó el Real Decreto de Aranjuez, que otorgaba oficialidad a la nueva bandera naval de España.
La actual bandera, nuestra rojigualda, hubo de esperar al 1843 para convertirse en la bandera nacional de España durante el reinado de Isabel II.
Nuestros reyes e ilustres sucesos históricos nos confirman que el diseño de la bandera obedecía a una cuestión pragmática, ser perfectamente identificada por otras naciones en altamar, no simbólica.